Por Alvaro Peraza
aperaza at uas.edu.mx
El año que acabamos de estrenar ha llegado con una novedad muy interesante bajo el brazo: los primeros televisores con panel QD-OLED (Quantum Dot-Organic Light Emitting Diode) ya están aquí.
Sabemos desde hace casi tres años que Samsung estaba trabajando en esta tecnología de panel, pero hemos tenido que esperar hasta la celebración de la edición del CES que acabamos de dejar atrás para poder formarnos una idea aproximada acerca de qué es lo que nos propone.
La tecnología QD-OLED llega en un momento en el que el mercado de los televisores ha adquirido una madurez notable. Los modelos con panel LCD más avanzados que podemos encontrar en las tiendas tienen unas prestaciones que difícilmente habríamos podido prever hace no más de cinco años.
Al mismo tiempo los paneles OLED que nos propone LG, y que montan, además de la propia marca surcoreana, Sony, Panasonic y Philips, entre otros fabricantes, han mejorado su rendimiento de una forma claramente perceptible.
Y luego está microLED. Los primeros televisores de consumo que utilizan esta tecnología llegaron el año pasado, y sí, están a la altura de las expectativas. Hemos podido verlos en combate en varias ocasiones, y su calidad de imagen global es fabulosa.
No cabe duda de que esta es la tecnología más avanzada disponible actualmente, pero también es la más cara. Y con muchísima diferencia. Confiemos en que la economía de escala entre en acción lo antes posible para que estos televisores no estén solo al alcance de los usuarios con un alto poder adquisitivo.
Este año vamos a tener más opciones que nunca, por lo que elegir el televisor que resuelve mejor nuestras necesidades también va a requerir más esfuerzo por parte de los usuarios.
En este artículo os proponemos repasar las tecnologías de panel que ya podemos encontrar en las tiendas, y también las que están a punto de llegar, como QD-OLED, pero fijándonos sobre todo en las bazas y las debilidades de cada una de ellas. Además, en la última sección indagaremos en las tendencias que se consolidarán durante 2022, y que con toda probabilidad están aquí para quedarse.
Esto es lo que nos proponen las tecnologías de panel que convivirán en 2022
MicroLED
Autoemisiva e inorgánica. Estas dos palabras sintetizan con precisión qué nos proponen los televisores con panel MicroLED que actualmente solo tiene en su catálogo Samsung. Sony tiene Crystal LED, que es su propia implementación de esta tecnología, pero por el momento solo está disponible en monitores y video walls para aplicaciones profesionales.
En cualquier caso, lo que nos interesa saber a los usuarios es que cada uno de los píxeles de un panel MicroLED está conformado por un diminuto diodo LED inorgánico con la capacidad natural de emitir luz. Los televisores de Samsung equipados con esta tecnología que hemos podido ver en funcionamiento tienen un pixel pitch de 0,6 mm.
Este parámetro refleja la distancia que existe entre el centro geométrico de dos píxeles adyacentes, de modo que es preferible que sea lo más reducida posible para dotar a las imágenes de una mayor continuidad cuando se observan a corta distancia.
Los paneles MicroLED y OLED comparten la habilidad de cada uno de sus píxeles de modular la cantidad de luz que emiten de forma independiente. Sin embargo, los diodos que conforman la matriz OLED son orgánicos, y los del panel MicroLED, como he mencionado más arriba, son inorgánicos, por lo que la degradación de estos últimos en teoría es más lenta. Y, además, son esencialmente inmunes a la retención de imágenes estáticas en el panel y tienen una mayor capacidad de entrega de luz.
En la práctica un televisor MicroLED nos propone una relación de contraste nativa sobresaliente y equiparable a la de los mejores televisores OLED; una capacidad de entrega de brillo en áreas delimitadas de la matriz de 2000 nits; un nivel de detalle en las regiones en sombra y en altas luces (son las regiones más iluminadas) espectacular; una reproducción del color muy precisa y un blooming y un desenfoque de movimiento mínimos (el blooming es ese defecto que se manifiesta bajo la forma de unos halos que rodean las zonas más iluminadas de cada fotograma).
Además, los responsables de Samsung con los que hemos hablado nos han asegurado que sus paneles MicroLED tienen una vida útil aproximada de veinticinco años. Desde un punto de vista estrictamente técnico, y a falta de que tengamos la oportunidad de analizar a fondo y en nuestras propias instalaciones uno de los primeros televisores MicroLED, esta tecnología es impecable.
Sus mayores desafíos son la gestión del calor disipado por los diodos LED cuando deben entregar un nivel de brillo muy alto, y también la necesidad de incrementar aún más la densidad de píxeles. Pero, sin lugar a dudas, su auténtico talón de Aquiles es su precio: los modelos de 110 y 101 pulgadas cuestan más de 100 000 euros.
QD-OLED
Esta recién llegada ha desembarcado pisando fuerte. Los paneles QD-OLED son de naturaleza orgánica, como los OLED convencionales, pero, a diferencia de estos últimos, reemplazan el filtro RGB que requieren los paneles W-OLED fabricados por LG por una matriz de nanocristales, o puntos cuánticos, que se responsabiliza de la reproducción del color. Si queréis conocer con todo detalle esta tecnología podéis leer el artículo en el que la explicamos más a fondo.
Todavía no hemos tenido la oportunidad de analizar en nuestras propias instalaciones un televisor QD-OLED, pero la información que nos han facilitado los dos fabricantes que por el momento respaldan esta tecnología, que no son otros que Samsung y Sony, nos permite hacernos una idea bastante certera acerca de qué es lo que nos ofrece.
Las bazas de los televisores OLED con las que todos estamos familiarizados deberían seguir presentes en los dispositivos QD-OLED: unos negros abisales, una relación de contrate nativa sobresaliente y una capacidad de entrega de brillo muy competente, aunque no tan alta como la de los mejores televisores LCD LED.
En lo que se refiere al color, aunque es algo que comprobaremos cuando analicemos el primer televisor QD-OLED que caiga en nuestras manos, deberían ser capaces de restituirlo con más precisión y riqueza que los dispositivos OLED gracias al respaldo de los nanocristales. También cabe la posibilidad de que los QD-OLED sean capaces de recuperar más detalle, especialmente en altas luces, algo que, de nuevo, tenemos que comprobar.
No obstante, el talón de Aquiles de los televisores QD-OLED a priori es el mismo de los dispositivos OLED: la degradación paulatina y a largo plazo de los diodos orgánicos, así como la posibilidad de que se produzca el marcado en el panel de los elementos estáticos de las imágenes. En cualquier caso, en un escenario de uso mixto en el que se ve la televisión, se reproducen películas y se disfrutan videojuegos, el marcado del panel es poco probable.
OLED
Estamos deseando analizar en nuestras propias instalaciones el televisor Master Series A95K de Sony, que de momento es el único modelo con panel QD-OLED que ha sido presentado, para comprobar de forma fehaciente qué nos propone esta tecnología. Sin embargo, durante los últimos años hemos podido analizar a fondo muchos televisores OLED, por lo que conocemos con precisión cuáles son sus bazas. Y también sus inconvenientes.
A su favor tienen una relación de contraste nativa sobresaliente, unos negros extremadamente profundos, una reproducción del color precisa y fidedigna, una escala de luminancia amplia que hace posible un nivel de detalle en las regiones oscuras y en las más iluminadas competitivo, y, por último, una capacidad de entrega de brillo notable (especialmente en los paneles de tercera generación que produce LG desde 2021).
De su talón de Aquiles hemos hablado en la sección anterior, y es algo perfectamente conocido por los entusiastas de los televisores: a largo plazo los diodos orgánicos se van degradando poco a poco y van perdiendo propiedades (aunque esto es algo que en teoría solo deberíamos percibir levemente después de muchos años de uso), y cabe la posibilidad de que el panel quede marcado si reproducimos de una forma muy constante y persistente una imagen estática.
El ecosistema LCD: QLED, miniLED, FALD, LED Directo y retroiluminación periférica
Para conocer qué nos ofrece un televisor LCD ya no podemos quedarnos solo con las características de su panel; también nos interesa conocer cómo reproduce el color y cómo ha sido ejecutada su retroiluminación.
Precisamente el gran avance que han experimentado estos dos frentes durante los últimos siete años es en gran medida el responsable de lo mucho que han mejorado sus prestaciones, aunque también cuentan, cómo no, las mejoras introducidas por los fabricantes en el procesado de las imágenes.
Actualmente todos los televisores LCD de gama alta, y buena parte de los de gama media, recurren a los nanocristales para reproducir el color con más precisión y proponernos una cobertura más amplia de los espacios de color más relevantes en aplicaciones cinematográficas.
A partir de aquí cada marca tiene su propia implementación de esta tecnología, pero en esencia estamos hablando de un mismo principio de funcionamiento en el que unas diminutas partículas modifican la longitud de onda de la luz para restituir una gama cromática más amplia.
Este es el propósito de la tecnología QLED utilizada por Samsung, Hisense y TCL; el de los paneles Triluminos de Sony, y el de los NanoCell de LG, entre otras marcas que también apuestan por una estrategia similar para dotar a sus mejores televisores LCD de una colorimetría más refinada.
No obstante, en el ecosistema de estos paneles el otro subsistema que también tiene un impacto profundo en su calidad de imagen global es la retroiluminación.
La solución más avanzada disponible actualmente es la tecnología miniLED. Ya están apostando por ella Samsung, LG, Sony, TCL y Philips, entre otras marcas, y se apoya en una matriz de diodos LED muy pequeños.
De hecho, son mucho más pequeños que los de un sistema de retroiluminación LED tradicional, lo que permite incluir más, y también organizarlos en una mayor cantidad de zonas de atenuación local independientes.
Ya hemos analizado varios televisores LCD con retroiluminación miniLED, y, a pesar de la mayor complejidad que acarrea administrar con precisión muchas más zonas de atenuación local independientes, en la práctica estos dispositivos nos ofrecen una relación de contraste más alta, una escala de luminancia más amplia, un mayor nivel de detalle en las regiones en sombra y en altas luces, y, por último, también tienen la capacidad de minimizar el blooming, del que hemos hablado un poco más arriba.