El motor que funcionaba con agua existió y fue inventado por un ingeniero español nacido en Extremadura

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Por Derek Vallejo

drvallejog at geekmagazine.mx

A modo de alternativa a los combustibles fósiles, mucho se ha hablado de las mecánicas eléctricas y las opciones que funcionan a base de hidrógeno, ¿verdad? En este último caso, no se ha conseguido estandarizar esta tecnología por falta de una infraestructura y la presencia de algún que otro peligro con los tanques de almacenamiento. Aun así, a mediados del siglo pasado, un tal Arturo Estévez Valera ya ‘creó’ el motor que funcionaba simplemente con agua.

Este ingeniero español se pasó parte de su vida creando todo tipo de artilugios. Uno de los que creó más expectación era el motor que funcionaba con agua. Iba por España reuniendo a poblaciones para mostrar cómo usando agua era posible sacar un rendimiento a un motor de una motocicleta. Las representaciones de su hazaña llegaron, incluso, hasta el equipo de trabajo de Francisco Franco. Nacido en Extremadura, se convirtió en una de las personas que pudo cambiar la industria del automóvil para siempre.

El motor que funcionaba con agua y que, sin embargo, terminó fracasando

¿Quién iba a decir que en plena crisis del petróleo iba a producirse un invento que tenía como elemento principal el uso del agua como combustible? Por aquel entonces, llegó a aparecer, incluso, en el medio de comunicación favorito del Régimen, el NO-DO. Estévez recurría a una sencilla metodología cada vez que llegaba a un nuevo pueblo. Reunía a los vecinos y daba un trago a un botijo para demostrar que se trataba de agua sin aditivo alguno. Tras ello, introducía el resto en el depósito de combustible de la motocicleta.

A continuación, arrancaba el vehículo y desaparecía del lugar. Esto lo repetía una y otra vez, hasta que acaparó la atención de los medios. Franco llegó a crear un comité de expertos para analizar qué es lo que estaba ocurriendo. Tras una investigación, se llegó a la conclusión de que se trataba de una mezcla que tenía lugar en el interior del depósito. El otro ingrediente oculto era boro. Se abandonó el proyecto al considerarse que este material era muy caro en el mercado y, por tanto, inviable en términos económicos.

Estévez siempre afirmó que el ingrediente secreto no era el boro. Otros estudios que se realizaron posteriormente pusieron el foco en el ferrosilicio. Su conjunción con el agua producía una oxidación que culminaba en la obtención del hidrógeno. Esto, sin embargo, tampoco ha podido saberse a ciencia cierta. Sea como fuere, lo cierto es que el invento terminó siendo vendido, convirtiendo al protagonista en millonario.

La industria del automóvil, sin embargo, ha demostrado en varias ocasiones cómo aún parece ser inviable la estandarización de las opciones basadas en la pila de combustible de hidrógeno. En la actualidad, hay algunos modelos residuales que disponen de esta fuente de energía, pero lo cierto es que no consiguen alcanzar cifras de ventas suficientes como para amortizar las inversiones realizadas. ¿Será el combustible del futuro? La falta de autonomía de los coches eléctricos a baterías le otorga una pequeña probabilidad de éxito en los próximos años.