El científico ruso que metió la cabeza en un acelerador de partículas (y vivió para contarlo)

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Por Juan Fco. Peraza

jfperaza at geekmagazine.mx

En el mundo de la ciencia han ocurrido cientos de eventos sorprendentes, pero ninguno como el que le ocurrió a Anatoli Bugorski. Un científico ruso que por error metió su cabeza en un acelerador de partículas y extrañamente sobrevivió. Bugorski es el único sobreviviente a un accidente de este tipo que le dejó extrañas secuelas en su cuerpo.

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El 13 de julio de 1978, el científico ruso realizaba una revisión de rutina al acelerador de partículas Synchrotron U-70. Algo parecía no ir bien, así que decidió inspeccionar visualmente creyendo que el dispositivo se encontraba apagado. En una maniobra que le cambio la vida, el científico ruso metió la cabeza en el acelerador de partículas y al instante e inesperadamente para él, billones de protones atravesaron su cráneo. Afortunadamente sobrevivió y, de hecho, sigue vivo a sus 80 años, pero arrastra consigo extrañas secuelas, como que la mitad de su rostro no envejece.

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Falló en los mecanismos de seguridad

El accidente se produjo cuando Bugorski se encontraba realizando su tesis en el Instituto de Física de Alta Tecnología de Protvino, en la Unión Soviética de aquel entonces. En 1978 el Synchrotron U-70, era el dispositivo más potente de su tipo en el país y como parte de las labores de Bugorski estaban las reparaciones a este.

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No obstante, aquel 13 de junio los mecanismos de seguridad fallaron, la luz de encendido no funcionó y el científico ruso al creer que el acelerador de partículas se encontraba apagado, metió la cabeza para inspeccionar la falla. Al instante un rayo luminoso de protones viajando a casi la velocidad de la luz, atravesó el cráneo del científico que no pudo escapar del accidente.

El accidente

Los billones de partículas penetraron desde su coronilla y atravesaron hasta su rostro, saliendo cerca de la nariz. Sorprendentemente, el científico ruso explicó que en aquel momento no sintió dolor alguno, después de todo sólo eran billones de partículas a la velocidad de la luz. Más bien describió su experiencia como un destello fulgurante “más brillante que mil soles”.

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Hay que tener en mente que la radiación emitida por las partículas, no mata instantáneamente, lo hace a través del tiempo. Para poner en contexto el grave peligro al que Anatoli Bugorski se expuso, cabe mencionar que según los científicos, exponerse a 5 Gray (medida de medición de la radiación que absorbe un objeto) es sinónimo de muerte en menos de dos semanas. Pero, la ciencia no siempre actúa conforme los libros. Según los cálculos, el rayo de protones que golpeó la cabeza del ruso medía 2 mil Gray.

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Anatoli estaba consciente de haber expuesto su cabeza al acelerador de partículas y pese a que no se presentó un dolor instantáneo, se le hospitalizó en espera de las consecuencias. Se le mantuvo en observación y el panorama no parecía esperanzador. Según la medición de radiación, el pronóstico para el científico ruso era inminentemente la muerte. Pero lo inesperado sucedió, Bugorski no murió.

Extrañas consecuencias

Claro que tuvo consecuencias graves, el lado izquierdo de su rostro desarrolló heridas más tarde. Hinchazón y ampollas invadieron ese lado de su rostro y cabeza, sin embargo, con el tiempo se recuperó de las heridas. Pero la audición de su oído del mismo lado, terminó severamente afectada, con constantes zumbidos crónicos que se conocen como tinnitus.

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Y pese a que la piel de su rostro se recuperó, los nervios no lo hicieron del todo y quedaron dañados parcialmente. La mitad de su rostro quedó paralizado de forma progresiva tras el incidente. Pero una de las consecuencias más llamativas y que sólo se ha podido observar con los años, es que las mitades de su rostro no envejecen de la misma manera. En fotografías recientes se puede observar visiblemente cómo las arrugas de su lado derecho no se replican en el izquierdo. Lo que quiere decir, que el lado afectado no envejece a la par de todo su cuerpo.

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Su cerebro no tuvo afectaciones muy grandes, pero desarrolló también convulsiones y fatiga mental. Aunque su cognición se encuentra en excelente estado y, de hecho, logró terminar su doctorado y continuó trabajando con el acelerador de partículas. Este caso es extraordinariamente único, Anatoli Bugorski tuvo suerte al permanecer con vida tras exponer su cabeza del acelerador de partículas más potente de su época.