LiFi: conexión a internet con luz

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Por Hector Luis Lopez

La mayoría de nosotros estamos muy familiarizados con el uso de la red inalámbrica WiFi. Probablemente, la mayoría de los usuarios tengan un dispositivo en casa que emite una señal a la cual nuestros dispositivos móviles como portátiles, computadoras, tablets, televisores y consolas pueden conectarse, brindándonos acceso a ese universo que conocemos como “Internet”.

A lo largo de la última década, hemos sido testigos de desarrollos significativos en el ámbito de las redes inalámbricas, uno de estos avances y posiblemente de los más notables es el LiFi (Light Fidelity), una tecnología que redefine la luz en algo más que una simple fuente luminosa.

El LiFi, representa un sistema de transferencia de información a través de la luz visible o VLC (Comunicación a Través de Luz Visible). Fue en julio de 2011 cuando tuvimos nuestro primer encuentro con este concepto, cuando Harald Haas, un docente de la Universidad de Edimburgo, introdujo el término en una charla TED.

Los fundamentos de esta tecnología se sustentan en la modificación de la frecuencia de la luz visible en un rango de 400 a 800 Thz. Para ello, se utilizan bombillas LED que destellan a una velocidad tal que resulta imperceptible para el ojo humano, pero detectable por una foto receptora que se conecta al dispositivo. Es un equivalente a conectar una antena WiFi a una computadora de escritorio, con la diferencia de que en lugar de interpretar señales WiFi, el receptor decodifica la presencia o ausencia de luz en la bombilla led, traduciendo esto en información binaria.

Las bondades del LiFi son múltiples, pero podemos resumirlas en tres aspectos importantes: rapidez, reducción de interferencias y mayor seguridad.

Comencemos abordando la velocidad, hemos observado que los sistemas LiFi son capaces de lograr velocidades considerables. En el primer experimento, se obtuvieron 10 Mbps y se anticipaba que la velocidad máxima alcanzable con esta tecnología sería de 500 Mbps. Sin embargo, las cosas resultaron ser distintas. Tras su transición desde el laboratorio, donde se logró una velocidad de 224 Gbps, el LiFi logró una velocidad de 1 Gbps. En aquel entonces, estábamos hablando de una magnitud equivalente a 100 veces la velocidad promedio del WiFi, a pesar de que en la actualidad contamos con cables de fibra que ofrecen velocidades de 600 Mbps y hasta 1 Gbps.

Centrándonos en las interferencias, la tecnología LiFi tiene la capacidad de aprovechar todo el espectro de luz visible, a diferencia del WiFi que opera en las frecuencias de 2,4 GHz y 5 GHz. En el caso del WiFi, todas las conexiones se concentran en un ancho de banda limitado, lo que a veces provoca dificultades de conexión cuando se utiliza la banda de 2,4 GHz en áreas densamente pobladas, como por ejemplo en un complejo de edificios.

Los sistemas LiFi no experimentan interferencia alguna con dispositivos de radiofrecuencia, lo que los convierte en opciones a considerar en contextos como aviones o entornos hospitalarios.

Por último, cabe abordar la cuestión de la seguridad. Un aspecto a considerar en el caso del LiFi es que la luz no puede atravesar paredes, lo que se convierte en un punto a favor, a diferencia de la tecnología WiFi, en la cual alguien con intenciones maliciosas podría interceptar y comprometer la red, el LiFi requiere que el atacante tenga acceso a la misma fuente de luz que utilizan aquellos a los que intenta afectar. Esto plantea una barrera significativa y, por ende, parece poco viable como método de ataque.